HACIA UN CAMBIO DE PARADIGMA EN EL ENTRENAMIENTO ABDOMINAL MEDIANTE TECNICAS HIPOPRESIVAS

HACIA UN CAMBIO DE PARADIGMA EN EL ENTRENAMIENTO ABDOMINAL MEDIANTE TECNICAS HIPOPRESIVAS 



Introducción  

La comunidad fisioterapéutica sugiere, desde hace años, la necesidad de un cambio en los métodos de entrenamiento de la musculatura abdominal (Valcogne et al., 2001),  éste es corroborado por las últimas investigaciones que apuntan al cambio del modelo  paradigmático (Caufriez, 2010)  imperante debido a diversos factores anatómico-funcionales, fisiológicos o neurológicos que afectan a la unidad abdominodiafragmática. Dentro de esta corriente surgen las Técnicas Hipopresivas creadas por el Dr. Marcel Caufriez en el ámbito de la recuperación post-parto. Los innegables beneficios  de estos ejercicios físicos para el puerperio (Esparza, 2007) apuntan que quizás pueden ser considerados como un referente para adaptar estas TH al ámbito de la actividad física saludable como método preventivo, de logros estéticos y de entrenamiento

La evolución sufrida por el entrenamiento abdominal en estos años es evidente e innegable, desde los métodos tradicionales de elevaciones de pierna en decúbito supino y flexiones dinámicas de tronco, (Fig. 1) a los trabajos isométricos (Fig 2) referenciados por  McGill, Panjabi y otros, a las técnicas de activación de transverso en Pilates, el entrenamiento funcional en bases inestables, hasta llegar al nuevo paradigma, las Técnicas Hipopresivas (Fig. 3)




 
A la luz de investigaciones recientes (Pintar et al.,2009), quizá puede cuestionarse la eficacia de los ejercicios abdominales para reducir el perímetro de la cintura, obtener mejoras de fuerza concéntrica y excéntrica y disminuir el porcentaje de grasa. Tal vez podría estimarse que los ejercicios abdominales tienen ciertos peligros pues Valcogne, G., et al., (2001)  apuntan como factor muy importante de riesgo perineal para la mujer las prácticas físicas que provocan un aumento importante de la presión intraabdominal. Entre las que más aumentan la presión abdominal destacan en primer lugar la realización de ejercicios abdominales. Se hipotetiza que éstos son los responsables de la disminución de la capacidad de distensión, de manera que hay un factor de relajación asociado y éste, probablemente, podría ser debido al incremento de la presión intraabdominal. Este hecho ya se ha valorado con resonancias magnéticas que demuestran la movilidad en el sentido del estiramiento del suelo pélvico durante el esfuerzo abdominal (Eguare, et al. 2004; Lienemann, Fischer,  2003). 


Cuestionamiento de los ejercicios abdominales 

Pintar et al. (2009) en una reciente investigación debaten la eficacia de los ejercicios abdominales. La investigación se llevó a cabo en un grupo de 71 sujetos durante 11 semanas, divididos en dos grupos, uno realizaba ejercicios abdominales 3 días a la semana y otro 6. Los ejercicios estaban basados en las recomendaciones de la NSCA y consistían en 3 series de 20 repeticiones de 6 ejercicios abdominales. No se encontraron mejoras significativas en ninguno de los aspectos mencionados.

A esta ineficacia de los ejercicios abdominales se le suma su peligrosidad, Valcogne, G., et al., (2001)  señalan a los ejercicios abdominales como el más importante factor de riesgo para la integridad del periné femenino. 

Se ha estudiado la incidencia de los abdominales clásicos sobre el tono de base del tejido músculo-conjuntivo del suelo pélvico en un grupo de primíparas (Caufriez, M., et al 2007) que realizaron sesiones de abdominales clásicos durante 6 semanas. Los resultados fueron concluyentes puesto que tras la realización del programa el índice de rigidez era inferior al que presentaban en el pre-test (El tono de base se define como IR = 1º de estiramiento). Se sugiere que los  ejercicios abdominales son los responsables de
la disminución del IR, entiéndase capacidad de distensión, de manera que hay un factor de relajación asociado y éste, probablemente, podría ser debido al incremento de la presión intraabdominal. Este hecho ya se ha valorado con resonancias magnéticas que demuestran la movilidad en el sentido del estiramiento del suelo pélvico durante el esfuerzo abdominal (Eguare, et al. 2004; Lienemann, A., Fischer T.,  2003).

La relación entre incontinencia urinaria de esfuerzo y ejercicio físico es muy elevada y se conoce desde hace mucho tiempo. (Jolleys, J., 1988; Bo, K., et al 1989; Bo, K., 1995; Nydgaard, D; 1990; Grosse, D., 2001)  Factores clave son la actividad deportiva practicada, la frecuencia y la intensidad de entrenamiento. En general, todos aquellos deportes que provoquen un aumento importante de la presión intraabdominal, suponen un factor de riesgo perineal. Entre los deportes más hiperpresivos destacan: los ejercicios abdominales clásicos, el atletismo, el baloncesto, el aeróbic, el tenis con valores de presión intraabdominal superiores a 110 mm de Hg, mientras que la natación y el ciclismo son los que menos presión abdominal generan (Valcogne, G, et al., 2001). 

Gavaldá y Del Valle (2001) presentaron un estudio comparativo de la prevalencia de la incontinencia urinaria en mujeres sedentarias comparado con mujeres deportistas. Los resultados muestran que la prevalencia de la incontinencia urinaria en mujeres deportistas era del 31,42% mientras que en sedentarias sólo era del 2,85%.

Anteriormente, Elleuch, M., et al., (1998) En un estudio sobre 105 alumnas de educación física, con una media de 21 años y que practicaban deporte de competición, encontraron que el 62,8% presentaba incontinencia urinaria de esfuerzo relacionada con las actividades deportivas.

Clásicamente, en la recuperación post-parto se recomendaba la realización de ejercicios abdominales tales como la elevación de tronco, flexión de cadera, rotaciones de tronco etc.… Es preciso tener en cuenta que cualquiera de estos es normalmente generador de hiperpresión abdominal (Nygaard, D; 1990; Ladavid, A., Caufriez, M., 1993).

Sapsford y Hodges ( 2001 ) señalan que durante  la práctica de ejercicios abdominales aumenta la presión abdominal y provoca una activación refleja de los músculos del suelo pélvico e incluso la eficacia de las co-contracciones del suelo pélvico y de la
musculatura del abdomen (muy difundida en la técnica Pilates)  queda en entredicho en publicaciones recientes (Neumann P.; Morrison S., 2008). 

Es cierto que, como apunta Prather (2000), estas disfunciones del suelo pélvico son raramente expuestas en artículos de la literatura deportiva. Otros autores coinciden en la peligrosidad de los ejercicios abdominales, en esta línea se encuentra Amostegui que cita  textualmente: “Entre los factores etiológicos, se considera como el más importante el aumento de la presión intraabdominal, por la mala práctica deportiva o el ejercicio abusivo de abdominales, situación que va a incidir sobre el suelo pélvico, provocando la degradación progresiva del mismo y haciéndolo incompetente para la función de continencia” (Amostegui, 1999, pág 644, Vol XVI, núm 74).
 

Faja abdominal, periné, tono muscular e hiperpresión

La gestión de la presión es la clave para evitar patologías del periné y pérdida de tono de la faja abdominal. Marcel Caufriez (2010) cita que ya en 1987 observó que las variaciones de presión abdominal causadas por un mismo esfuerzo, no sólo no son iguales en diferentes personas sino que presentan una horquilla que muestra una variación del 400%. Esto demuestra que a pesar de mantener constantes algunos datos (morfología, grado de esfuerzo, respiración,…) hay diferencias muy significativas en lo que él denomina gestión de la presión durante el esfuerzo. 

Para mayor comprensión de la gestión de la presión durante un esfuerzo, conviene un abordaje del suelo pélvico desde un punto de vista funcional. El periné forma parte del conjunto manométrico abdominal definido como el espacio delimitado por paredes osteoarticulares y musculoaponeuróticas con densidades y resistencias diferentes y en el que por definición, la presión existente en el interior de la cavidad se considera nula en reposo. Los límites de la cavidad abdominal manométrica son el diafragma torácico en su parte superior, el diafragma pélvico en su parte inferior, la pared abdominal en la parte anterior y lateral y la columna lumbar en la pared posterior. Durante un esfuerzo los vectores de presión resultantes no son idénticos en cualquier punto de la cavidad abdominal manométrica debido a la diferente densidad y resistencia de sus paredes Martinez, B; et al., (2004). 


La hipertensión abdominal generada por esfuerzo constituye una fuerza vertical dirigida de arriba abajo. En el momento de la contracción de la base del compartimento abdominal, el suelo pélvico crea una tracción hacia arriba y adelante. La simultaneidad de ambas crea un fenómeno de cizallamiento que desplaza la hiperpresión abdominal hacia abajo y hacia atrás (Fig 4). Si el elevador no se contrae no realiza su función, entonces la vaina no es sostenida favoreciendo la fuerza vertical y abierta. La fuerza se desplaza a la zona anterior, la más débil (Grosse , D; Sengler J , 2001). 


 

En el caso de una  faja abdominal competente y una lordosis lumbar fisiológica, un aumento de la presión intrabdominal provoca vectores resultantes en dirección a la región abdominal, la zona posterior del periné y el sacro. Sin embargo, si la faja abdominal está hipotónica o bien existe una hiperlordosis lumbar, se produce un desplazamiento  anterior de la línea ombilico-pubiana, con el resultado de una hipertransmisión de vectores resultantes hacia la región del periné anterior (Fig. 5). Esto hará que el periné vaya perdiendo progresivamente capacidad de sostén de los órganos pélvicos. Este mecanismo favorece una hipotonía de la musculatura del suelo pélvico, la aparición de prolapsos pélvicos y un problema de incontinencia urinaria potencial.  



Caufriez, M et al. (1993) confirman  el papel amortiguador que ejerce el suelo pélvico ante los aumentos de presión. Según sea tono de la faja abdominal se ofrecerá mayor resistencia al estiramiento.  Coincide  en este punto  con Grosse, D; Sengler J, (2001) confirmando que la hipertensión abdominal generada por esfuerzo constituye una fuerza vertical dirigida de arriba abajo. La fuerza se desplaza a la zona anterior que es donde se encuentran vagina y uretra aumentando el riesgo de prolapsos e incontinencia. Sumado a este factor se une el estado del diafragma torácico (Fig. 6) puesto que su hipertonicidad aumenta la mencionada hiperpresión abdominal. Anteriormente a Caufriez, autores como Nichols, D., Milley P., ( 1978 ) mencionaban que la ausencia de un trabajo específico para los músculos del pavimento pélvico, la carga repetida sobre la musculatura perineal, asociada a aumentos frecuentes de presión intra-abdominal tiende a reducir la eficacia mecánica del ligamento cardianal 

A los efectos mencionados, hay que sumar que los aumentos de presión abdominal aumentan la presión en los discos intervertebrales según Gracowetsky, S (1977). citado por Caufriez, (2010). Esto hace suponer que estos aumentos de presión pueden ser uno de los orígenes de las protuberancias y de las hernias discales.


Además de los puntos señalados, conviene tener en consideración la relación directa que tiene lograr el objetivo de reducir el perímetro de la cintura, muy probablemente deseado por un buen número de personas que realizan ejercicios abdominales, con el tono muscular de reposo de la faja abdominal. Para una mayor comprensión Caufriez, M., (2010) clarifica esta relación directa:

El tono muscular puede ser definido de forma general por la resistencia que oponen al estiramiento los tejidos que constituyen el músculo. En el plano estrictamente muscular, el tono muscular tiene dos componentes neuro-mecánicas unidas a la histoquímica muscular: 
 
1) El tono tónico asociado a la actividad postural de reposo de las fibras I (actividad neuronal γs). En reposo un número limitado de fibras I están contraídas de manera no voluntaria o inconsciente; en actividad, el reclutamiento postural de estas fibras aumenta (coactivación  αs-γs).  

2) El tono fásico asociado al trofismo neuronal de las fibras II. En reposo estas fibras no están activadas, el reclutamiento espacial se efectúa durante el esfuerzo (coactivación αf-γf) o involuntariamente por reflejos (reflejo miotático) 

Las funciones de un músculo vienen determinadas por la histoquímica de las fibras que lo constituyen y por su morfología macroscópica. Según estos criterios, se pueden clasificar en tres tipos de músculos: 

a) Músculos parietales, constituidos por una mayoría de fibras I, que tienen una actividad EMG registrable, con un tejido conjuntivo abundante en general y en los que al menos una de sus inserciones es blanda. La función de estos músculos parietales es la de limitar un conjunto manométrico y de ofrecer un sostén o un soporte postural visceral en reposo y durante el esfuerzo. La faja abdominal, entendiendo por ello el Recto del Abdomen, Oblicuos Interno y Externos y Tranverso, es un músculo parietal estratificado en tres planos superpuestos que comparten la misma inervación motriz (Th6-Th12), la proporción de fibras tipo I es del orden del 75% y tipo IIb sólo dispone de un porcentaje aproximado del 4% (Boutillier B., Outrequin G. 1982 citados por Caufriez, M., 2010). Sus funciones son sostener y revestir los órganos digestivos, lograr una sinergia respiratoria ofreciendo un contra-apoyo al diafragma y la amplificación hidrostática de la fascia toracolumbar.  Estas funciones son esencialmente dependientes de la actividad postural no voluntaria del músculo (tono muscular). Las funciones accesorias de la faja abdominal son la sinergia de la flexión del tronco en decúbito y la espiración forzada. Estas funciones son estrictamente fásicas, voluntarias. 

b) Músculos fásicos, constituidos por una mayoría de fibras tipo II, con una proporción importante de fibras tipo IIb, son músculos esqueléticos, se insertan en hueso. Su trofismo depende de la coactivación αf-γf.  

c) Músculos esfinterianos con forma circular, constituidos exclusivamente de fibras I en la parte para-esfinteriana y de una mezcla de I y II en la parte peri-esfinteriana. Presentan una actividad EMG que se puede medir en reposo, es la actividad de las fibras I. El reclutamiento aumenta en función de la situación neurovegetativa del órgano. La acción fásica voluntaria está limitada en el tiempo y obedece generalmente a situaciones de urgencia.

El tipo de ejercicio aplicado a los músculos debe siempre tener en consideración el objetivo que se desea lograr (aumento de la fuerza, del trofismo o del tono muscular), su histología y las funciones principales de los mismos.

Entrenar una faja abdominal, un grupo muscular parietal tónico que suele presentar una hipotonía postural, un déficit de la actividad postural en reposo, mediante ejercicios fásicos, voluntarios y contra ciertas resistencias lleva inevitablemente a una disminución aún más importante del tono postural (inhibición  βd) con riesgo de lesión del sarcolema muscular si se hace mediante ejercicios excéntricos con cargas. Se puede observar en ecografías el estiramiento del Recto Abdominal durante la elevación de tronco cuando éstos son hipotónicos (Caufriez, M., 2010). 




Técnicas Hipopresivas 

Las Técnicas Hipopresivas fueron encontradas de forma empírica por Marcel Caufriez a través de su dedicación a la reeducación uro-ginecológica. El Dr. Caufriez creó en 1980 las técnicas de aspiración diafragmática y la aplicación de éstas a su método, la Gimnasia Abdominal Hipopresiva© (GAH). Prevenir y solucionar la relajación de la faja abdominal y del suelo pélvico era el objetivo inicial de la aspiración diafragmática. En 2006 el Dr. Caufriez crea las Técnicas Hipopresivas aplicadas a la prevención y mejora de la salud, la estética y el rendimiento deportivo, los Hipopresivos Dinámicos o Reprocessing Soft Fitness (Pinsach, P., 2010).   Tal y como indica Esparza, S., (2007) la GAH es una de las técnicas neuromiostáticas globalistas cuyo objetivo es la regulación de las tensiones músculo-conjuntas a distintos niveles del cuerpo humano (visceral, parietal y esquelético), constituyendo un tratamiento efectivo en numerosas patologías funcionales (urinarias, digestivas, vasculares) asociadas o no a terapias. Utilizada como principal herramienta preventiva en el post-parto, la GAH, son un conjunto de técnicas posturales que provocan un descenso de la presión intraabdominal, una activación refleja de los músculos del suelo pélvico y de los músculos de la faja abdominal. A largo plazo, su aplicación cotidiana conduce a un aumento del tono del suelo pélvico y de la faja abdominal, reduciendo de forma significativa el riesgo de incontinencia urinaria y de descenso viscerales.

Los ejercicios hipopresivos, al ser  realizados en apnea espiratoria y en determinadas posturas son  facilitadoras de la relajación del diafragma. Consiguientemente  cubren una serie de objetivos, importantes de cara a suplantar los riesgos intrínsecos a los
abdominales clásicos, como son descenso de la presión intraabdominal durante el ejercicio con la consiguiente tonificación vía refleja de la faja abdominal y de la musculatura perineal, crean también una succión sobre las vísceras pélvicas por el ascenso diafragmático  disminuyendo la tensión ligamentosa.  (Esparza, S., 2002) 

Es sobradamente conocida la prescripción de GAH en el post-parto por las ventajas que ofrece en la recuperación de suelo pélvico, las disfunciones asociadas y la reducción de la cintura. Pasado el puerperio se aconseja, para mejorar el esquema corporal y mantener las mejores condiciones musculares posibles, realizar ejercicios de GAH tal y como señala Ferri, A; Amostegui J, M (2004).

En un estudio realizado por la Esparza, S.; ( 2007) con una muestra de 100 sujetos  y de una media de edad 36 años cuya sintomatología  era  hipotonía de suelo pélvico  e incontinencia urinaria de esfuerzo. Se constató mediante tonimetría  que la práctica de ejercicios de GAH, 20 minutos durante 6 meses aumentaba el tono de base (índice inicial de inercia) en un 58 %, así como un aumento del tono de carga (capacidad de amortiguación) de un 48%, un aumento de la fuerza contráctil de un 20% y una disminución del perímetro de la cintura del 6% ( p= 000,3).

Por lo tanto se evidencia el aumento de tono de base a través de la GAH  e incluso la reducción de cintura atendiendo a objetivos tanto patológicos o preventivos como a factores estéticos. Resultados parecidos se aprecian en población mayor de 60 años a través del estudio de Fernández, C (2007), donde una población de media de edad 68,5 años, entrenando 4 veces semana 20 minutos,  durante un periodo de 6 meses aumentaron el tono de base el 23,5%, el tono de carga el 25, 3% y el bloqueo perineal al esfuerzo el 108,4%. En la aplicación de las técnicas Hipopresivas a grupos de ambos sexos mayores de 60 años este se muestra como una herramienta  adecuada puesto que en un 85, 7% de los casos se produjo una disminución de sus síntomas.

En  investigaciones del propio mentor del método se observó una reducción del perímetro de la cintura de un 8%, un aumento del tono muscular del suelo pélvico, incremento del I.T.I. tono de reposo,  +58%; incremento del S.A.A., tono de esfuerzo, +48% ; aumento de la fuerza +20%, unas mejoras posturales que logran un reposicionamiento de la proyección del eje de gravedad y una disminución de la flechas lordóticas lumbar (p=99,9%) y cervical (p=99,8 %), una disminución de la cifosis dorsal (p=99,5%) y las desviaciones laterales resultan también significativamente menos importantes (p=96%). El sentimiento de «confort postural» aumenta significativamente (mejor movilidad, mayor flexibilidad, menor pesadez, menos dolor) (p=95%) (Caufriez et al., 2007). 

Uno de los beneficios que se le otorga a la práctica de GAH es la repercusión de flexibilización lumbar aspecto evaluado por  Galindo, T.; Espinoza, A (2009) que confirma el interés de dichas técnicas hipopresivas para mejorar la flexibilidad de la columna lumbar y de miembros inferiores. Además, mediante análisis electromiográfico se muestra la mejora en el tiempo de activación de transverso y del oblicuo interno.
 
Por lo tanto podemos resumir los principales efectos  de la GAH (Esparza, 2007):   

- Tonificación de los músculos de la cincha abdominal y el suelo pélvico.  
- Disminución de la congestión de la pelvis menor. 
- Normalización estática y biomecánica visceral pelviana. 
- Activación ortosimpatica. 
- Normalización postural global.

Esta nueva línea de investigación, que ya ha demostrado sus beneficios para el puerperio, apunta un posible cambio de paradigma en el entrenamiento de la musculatura abdominal. Las Técnicas Hipopresivas aportan un nuevo enfoque que tal vez pueda ser tenido en consideración para adaptarlo al ámbito del ejercicio físico para mejoras estéticas, de salud y de rendimiento deportivo.  



Estudio completo: file:///C:/Users/estel/Desktop/TECNICAS%20HIPOPRESIVAS..pdf
 

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