EL MOVIMIENTO Y SUS DISFUNCIONES

EL MOVIMIENTO Y SUS DISFUNCIONES

 

El cuerpo humano está hecho para moverse, pero el modelo de vida de la sociedad actual hace que las personas cada vez lo hagan menos. Esto promueve deficiencias o limitaciones de la estructura corporal y amplitud de los movimientos naturales de las articulaciones.

La definición de postura no ha cambiado mucho con el paso de los años. En 1985, se definió como el conjunto compuesto por las posiciones articulares en cada momento (Kendall et al., 2007). Mientras que Aguado (1996) define la postura desde un punto de vista mecánico, entendiendo el cuerpo como una estructura multisegmentaria.

Desde el punto de vista mecánico, la alineación postural  incorrecta puede causar dos tipos de problemas:

• Compresión de las carillas articulares.

• Tensión excesiva sobre los músculos, huesos, y ligamentos.

Actualmente sabemos que, debido a los hábitos de vida del ser humano, su postura se ha visto modificada, ocasionando síndromes posturales que afectan al sistema músculo-esquelético. Esto desencadena en variaciones biomecánicas que producen limitaciones funcionales, siendo estas últimas una restricción del movimiento generada por una deficiencia que no es discapacitante aunque interfiera en la función normal del organismo.

El ser humano adapta su postura dependiendo de la actividad que vaya a realizar, pero esta podrá verse afectada debido a diferentes factores, como la flexibilidad, fuerza muscular o aspectos psicobiológicos.

Entre las posturas que más problemas generan encontramos la manipulación de cargas, el gesto repetitivo y mal ejecutado de movimientos, y la sedestación.

Un hábito de trabajo de ocho o más horas diarias sentado frente a un ordenador, o simplemente un mal hábito postural a la hora de estar sentado en una silla en el aula, implica una colocación de los brazos y cabeza por delante del tronco; de tal manera que la región dorsal se ve sometida a un continuo momento de flexión que favorece la acción de la fuerza gravitatoria causando un deterioro postural que flexiona la espalda.


Esta posición mantenida en flexión, restringe la capacidad de rotación propia de la región dorsal. El impacto negativo del deterioro es tal que el problema se expande creando adaptaciones en el raquis cervical, lumbar y articulación del hombro produciendo problemas de sobreactivación en los músculos tónicos.

 

A su vez, un problema de sobreactivación puede desencadenar en la inhibición de la musculatura agonista implicada, debido a la ley de Sherrintong de inervación recíproca, la cual hace referencia a la comunicación existente entre músculos agonistas y antagonistas. Conforme a esta ley, si un músculo postural (tónico), como el psoas ilíaco, se acorta por el sobreuso, no sólo limitará mecánicamente el movimiento de su antagonista, el glúteo mayor, sino que también inhibirá su acción.

Estas conexiones biomecánicas y neurofisiológicas son en la gran mayoría de los casos las causantes de la creación y mantenimiento de desequilibrios musculares (Liebenson, 1999).

¿QUÉ HAY QUE HACER PARA CORREGIRLO?

La idea de restaurar la función de un músculo inhibido viene de la escuela de fisioterapia de Praga, propuesta por Vladimir Janda, Karel Lewit, Vaclav Vota y Frantisek Vele en 1950. En esos estudios muestran que la función debe preceder al movimiento, por lo que debemos restaurar las funciones principales de los músculos implicados para que estos puedan trabajar en cadena con los demás. Para ello, se debe trabajar sobre la fuerza, movilidad y flexibilidad de las estructuras afectadas.

FUERZA

Desde el punto de vista fisiológico, la fuerza se entiende como la capacidad de producir tensión que tiene un músculo al activarse. En este caso, la fuerza vendrá dada por la capacidad neural de nuestro organismo de activar la musculatura implicada, ya que en caso de inhibición de un músculo o más (como es el caso de un síndrome cruzado superior), tendríamos que reeducar al sistema nervioso para que consiguiese una activación de las unidades motoras de los músculos inhibidos.

MOVILIDAD

Además de la fuerza y resistencia de la musculatura, para el rendimiento de los movimientos funcionales normales, se necesita movilidad en tejidos blandos (contráctiles y no contráctiles) y articulaciones.

Cuando una persona con un control neuromuscular normal realiza actividades de la vida cotidiana, los tejidos blandos y articulaciones se elongan y/o acortan continuamente, y se mantienen su movilidad o flexibilidad apropiadas. Si se restringe de cualquier modo el movimiento normal de partes del cuerpo, se producirá un acortamiento adaptativo de los tejidos blandos y articulaciones.

 

Fuente: https://cutt.ly/ytQ6soj

 


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